EDUCAR DESDE LA NO TAN BELLA NAUTA

La educación es un acto de amor, amor al mundo, amor a la vida, amor a los hombres (Paulo Freire). Y es que educar siempre será un acto de amor (Papa Francisco), tarea hermosa pero bastante sacrificada, más si de educar en valores se trata, una educación colmada de valores y principios cristianos, requiere de un compromiso ético-moral a flor de piel; ya que una educación sin el ejemplo de vida necesaria, carece de sustento, pero más aún de credibilidad. Es justamente uno de los grandes retos de la pedagogía de hoy en día, que no consiste sólo en brindar y adquirir conocimientos, hace falta educar al corazón.

Son casi dos años de estadía en la “no tan bella Nauta”, título del presente escrito, pero a la que haremos referencia más adelante… En este corto, pero significativo tiempo, hemos tratado de dar a conocer en lo posible nuestra espiritualidad, sin menospreciar todo el trabajo realizado por nuestros hermanos religiosos que nos precedieron y que todavía siguen formando parte de nuestra comunidad, y que dieron lo mejor de sí a las generaciones que en su momento acompañaron. Y lo mejor de nosotros sin lugar a duda es nuestra Comunidad, mostrando siempre lo que somos, vivimos y compartimos. Comunidad en la que intentamos seguir creciendo para ser cada día mejores personas, mejores religiosos, sobre todo mejores hijos de Dios.

Pedagogía agustiniana que muestre su sello distintivo: formar personas en valores cristianos, estudiantes que amen y respeten a Dios y al prójimo, a sus pares, compañeros de camino, siendo verdaderos amigos, amistad que experimentó San Agustín en su tiempo.

Como docentes, somos amigos de nuestros estudiantes, para aprender de ellos, enseñando con el ejemplo y el respeto mutuo. Han pasado innumerables generaciones por las aulas de nuestra querida y respetada Institución educativa “Nuestra Señora de Loreto”, todos y cada una con sus propios inconvenientes, porque educar es buscar siempre el bien del otro. Convencidos que son los padres de familia quienes nos tienen que respaldar y ayudar en tan noble labor, damos gracias a Dios por tener actualmente a un ex estudiante, realizando su proceso formativo con nosotros los Religiosos Agustinos.

Hoy tenemos un escenario educativo totalmente distinto, la causa lo sabemos de sobra; aunque todavía debemos seguir cuidándonos, pues “No seamos cómplices, el virus todavía sigue con nosotros”, titula la publicidad de nuestro gobierno de turno, para llamar a la conciencia y no bajar la guardia. Extrañamos las aulas, en verdad sí, así como también nuestra vida normal, amigos, visitas, etc. Aún en medio de todo lo que estamos experimentando, somos conscientes que lo más importante es el regalo de la vida, damos gracias a Dios por eso, y rezamos por los que ya no están con nosotros.

“Educar desde la no tan bella Nauta”, sin afán de controversia ni nada por el estilo, sino que considero que estamos viviendo un tiempo crucial y no podemos dejar de hablar de nuestra realidad. Nos falta mucho por mejorar como personas, como sociedad. Testigos somos de los diversos nombres que dan referencia de este acogedor y noble lugar: La bella Nauta, Nauta querida, la Amauta, Nauta noble, y actualmente título reconocido como La Ciudad de Nauta. Tal vez suene y se vea mejor, pero la realidad es distinta, es otra. Desde su fundación (1830), a sus 190 años de historia, debería estar posicionada como una de las ocho provincias mejor desarrolladas de nuestro Departamento, pero palpamos una realidad muy distinta.

Todavía la Bella Nauta, no es tan bella, falta mucho para hacer gala de tan noble título: “Ciudad de Nauta”. Todavía carecemos los Nautinos, me incluyo porque me siento parte de ella; carecemos de un buen sistema de agua y desagüe dignos de tal título, sumado a ello un pésimo servicio de luz eléctrica, sectores de la ciudad sumidos en la más profunda oscuridad, sin ni siquiera el alumbrado público. Así también el servicio de nuestros mercados itinerantes sin las condiciones básicas de salubridad.

Y no quiero dejar de mencionar los diversos reclamos de nuestros hermanos, por la falta de empatía de nuestros servidores públicos al prestar sus servicios, creo que todos merecemos respeto, especialmente los adultos mayores. Sumando todo ello, podemos darnos cuenta que se nos complica la tarea de educar, educar no en conocimientos que también es importante, pero aún más en valores. Eso sin mencionar las situaciones particulares que cada familia vive y experimenta en el afán de educar de la mejor forma posible a sus hijos e hijas. En verdad hay mucho por mejorar como personas, mucho por aprender de nuestro Señor Jesús (Mt 25,40).

Es un tiempo de conversión y de cambios, de ir formando conciencia de manera conjunta, porque la tarea es de todos, hay que unir fuerzas para cambiar nuestra realidad. De modo que podamos ser mejores personas, profesionales, padres de familia, estudiantes, hijos de Dios Padre. Necesitamos de la Gracia de Dios, para continuar formando, enseñando, sirviendo con amor y gratitud en la no tan bella, pero noble Nauta.

Por: Fray Salomón Panduro.