Nuestra Señora de los Dolores – Advocación de la Virgen María

Tras estos meses de tanto dolor, acompañando a tantas personas que han perdido a sus seres queridos, seguir caminando con Dios y su pueblo es el testimonio de un discípulo misionero, que está con su pueblo y para su pueblo.

Junto a tanto dolor, muchos de nosotros hemos estado al pie de la cruz. Tal como se lee en el Evangelio: “junto a la cruz de Jesús estaban su madre…” (Jn 19,25-27). María ve, escucha y asume las palabras de Jesús, muchos de nosotros hemos visto y escuchado, pero nos costó asumir lo que nos decían los doctores cuando se nos fue la persona que más amamos.

Pensemos en muchas madres que pasan por el dolor del parto y más luego por el dolor de la pérdida de un hijo. Esta palabra “pérdida” nos llama a entregar algo que no está en el querer ni en el proyecto de la persona. Asumir la partida o la pérdida implica aceptar que ya no tienes lo apreciado, pero aún seguimos teniendo algo que es la vida y esto es un regalo, un don, desde luego que de ahí debe de surgir la fortaleza.

La Virgen María no busca enaltecer el dolor, sino acercarnos a la compresión de la fortaleza en medio del dolor.

Querido “Haz que todos suspiren por deseo de Cristo, quien debe ser el objeto de nuestro deseo, pues él, la Belleza, ama a las personas para hacerlas bellas. Corramos a él y gritemos por él.” (comentario de San Agustín, al evangelio de San Juan).

Fr. Roy Andrés Vásquez Pasmiño