KILOMETROS DE FE…

La misión de la Iglesia Católica es la misión de Dios, por lo que la vocación principal del cristiano consiste en la tarea de anunciar la Buena Noticia de Dios y saber traducirlo con su testimonio de vida en la sociedad.

El Espíritu Santo nos lleva a realizar la misión fuera de las paredes de un templo católico y nos habilita a estar presente en cualquier lugar, según las necesidades de nuestra sociedad, con un carácter profético, pues el cristiano participa de la función profética de Cristo en la misión: denuncia la injusticia y anuncia un mundo que debe ser reconciliado, amado y salvado por Dios.

El mundo nos ofrece la posibilidad de nuevos caminos de evangelización y sobre todo de encuentro con el prójimo. Practicando el deporte que más me apasiona pude concretar este encuentro con los demás.

Para mí es un privilegio que el Running sea parte de mi vida. Este deporte me enseña que los desafíos se van superando y que se tejen detrás de una carrera lesiones, felicidad y sobre todo una hermosa amistad.

La amistad es un regalo bien recibido que nos ofrece Dios. Pero no es suficiente el regalo de la amistad, sino que debemos cuidarlo. Y en este afán de cuidar la amistad es importante el bienestar de quiénes compartimos la pasión del running y del deporte en general.

La pasión por el running nos lleva a promover este deporte en la ciudad como medio para cultivar nuestra salud mental y física. A su vez crear lazos fraternos que favorecen a una sana convivencia.

Después de la primera ola de la pandemia de la Covid19 se observa que hay muchas más personas practicando este deporte, pero que se enfrentan al peligro de perder la propia vida. La dificultad que afrontamos es que los conductores no quieren reducir la velocidad de sus vehículos, será quizá por una falta de conciencia sobre la seguridad de las personas. En este sentido, cabe resaltar que a veces es sorprendente el comportamiento de los conductores. Una noche, mientras practicaba running en las calles de Iquitos, un conductor de motokar molesto me dijo que vaya a correr a la vereda u otro lugar. Este tipo de comentario hace notar la poca empatía de algunos conductores con las personas que hacemos deporte.

Otra dificultad que afrontamos es que no hay autoridad en la ciudad que se preocupe por las personas que practicamos algún tipo de deporte que requiera el uso de las calles, nos hace falta disponer de vías aptas y espacios que permitan la seguridad frente al pesado tráfico.

Por consiguiente, hacemos la denuncia sobre el vacío de gestión de las autoridades por no preocuparse de promover espacios que favorezcan la seguridad de los ciudadanos apasionados al deporte en general.

En conclusión, en esta vida no avanzamos solos. Jesús nos enseña ir al encuentro del prójimo en la misión, a saber dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas y por las personas con quiénes se va haciendo camino.

También en el encuentro con el prójimo me enseña que en contra de la inseguridad y del peligro de la propia vida de las personas hay que tener la valentía de denunciar la mediocridad de la gestión de las autoridades.

Finalmente, salir al encuentro del prójimo es un tiempo de optimismo, perseverancia y renovada fe. Porque en el encuentro con el prójimo, practicando un deporte que te apasiona, se puede llevar a Dios a los hombres y mujeres de nuestra sociedad. A partir de nuestro testimonio cristiano se puede hablar del amor incondicional de Dios para todos, sin excluir a nadie y sembrar esperanza.

Fr. Rony Díaz Manuyama, O.S.A.