ESPERANZA EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

Todos los idiomas tienen expresiones para la mostrar incertidumbre. En kukama se puede expresar de varias maneras:

-era: indica una situación incierta e indeseable.

-taka: quizá, tal vez. Indicador de incertidumbre.

-tsun: expresa incertidumbre, al inicio de un texto se entiende cómo ‘a ver pues’. Expresando un deseo tal vez imposible.

[VALLEJOS YOPÁN, Rosa & AMÍAS MURAYARI, Rosa (2015), Diccionario kukama-kukamiria * castellano, FORMABIAP].

Es decir, los kukama han glosado diferentes grados de incertidumbre. Es importante visualizar escenarios diferentes porque cada pueblo lo gramaticaliza de forma diversa y cada persona lo vive de forma particular. Pero no vamos a centrarnos en la incertidumbre, sino en la esperanza. Qué duda cabe que todos queremos controlar la incertidumbre, aunque no siempre es posible.

Cuando una persona viaja y llega el momento de regresar a casa desea encontrar a los suyos “sin novedad”, dicen los kukama. Como si se hubiera congelado el tiempo. En esta tesitura el pasado siempre es mejor que el futuro imprevisto. Sin embargo, en un momento tan complicado como el actual, el futuro nos puede deparar algo diferente a lo que estamos viviendo. Es como cuando deseamos que amanezca para ver la luz del día (kanata). O mejor, cuando hemos estado en vela esperando que amanezca (kuema). Los kukama saludan en la mañana: ‘era na kuema’, ‘que tengas un buen día’. ‘He estado velando en la noche para que no te pasara nada malo y espero tengas un buen día’. No es únicamente un deseo, te he acompañado en la noche para cuidarte y ahora te deseo un buen día.

Llevamos varios días donde personas conocidas nos piden que recemos por sus familiares: algunos enfermos y otros muertos por covid-19. La segunda ola es una realidad, una triste realidad. Pero no podemos dejarnos abrazar por la tristeza, ni por la desesperanza. Al contrario, los cristianos estamos habitados por la esperanza, esa virtud que nos ayuda a resistir y a imaginar un mundo mejor y más fraterno.

Imaginar otro mundo distinto es una fuente de esperanza. El presente no es eterno. El futuro llega y llega distinto al presente. Nos habíamos acostumbrado a controlar el futuro y proyectarlo como una prolongación del presente. Y resulta que ahora necesitamos un futuro que sea diferente del presente, para poder soportarlo y superarlo.

La esperanza es esa virtud que apela a nuestra imaginación. Por tanto, a conformar una imagen mental diferente. Una imagen que nos arrastra más allá de los meros hechos. Viene a ser el motor que nos capacita para luchar por un mundo distinto al que conocemos. Esa capacidad de imaginación es lo que sienta las bases para un futuro diferente.

Laín Entralgo diferenciaba entre la esperanza mosaica y la hesiódica. La primera hace referencia al personaje bíblico Moisés y se caracteriza por ser una esperanza basada en la promesa. Mientras que la segunda se basa en el poeta griego Hesíodo y fundamenta su esperanza en la confianza en el trabajo. Ambas son importantes, a nuestro parecer.

El trabajo nos permite intervenir sobre el mundo. Por tanto, producir cambios. Sin trabajo, la esperanza se queda en buenas intenciones. Sin embargo, sólo el trabajo no es suficiente. Estamos asistiendo a una crisis del “trabajo” de grandes dimensiones. Ya no hay trabajo para todos. Ha cambiado el mercado laboral. Las nuevas tecnologías y la robótica toman el relevo de los trabajos más rutinarios, aunque no podrán igualar la imaginación y creatividad humanas.

En Perú, donde el 70% de los trabajadores se ocupan en el sector informal nos encontramos con serias dificultades. Estos trabajadores, cuando dejan de trabajar se quedan sin ningún ingreso. Las ollas comunes nos recuerdan el drama del hambre que acecha. Muchas voces están pidiendo, a nivel global, una “renta” o “ingreso mínimo vital” para los trabajadores más humildes. Una de estas voces con nombre propio es el Papa Francisco.

Ciertamente, el trabajo es algo más que un salario. El trabajo es la posibilidad de colaborar en la creación de Dios. Para los cristianos el trabajo nos convierte en co-creadores. Por tanto, separar trabajo de salario no implica dejar de trabajar. Todos tenemos derecho a trabajar para sentirnos útiles, aunque no sea remunerado, si previamente tenemos la renta mínima vital. Pero con la misma convicción todos tenemos derecho a un ingreso que nos permita vivir como humanos.

El otro hilo de la esperanza, que Laín Entralgo depositaba en Moisés, es la promesa. Recordemos que Moisés libera al pueblo de Israel de Egipto, pero no alcanza la promesa de la tierra prometida, muere antes. Una promesa que le hace huir del faraón y guiar al pueblo de Israel a través del desierto. Una promesa que se convierte en un acicate para el presente. Una promesa que le permite no acomodarse únicamente a lo que hay. Una promesa que le permite imaginar otro mundo y luchar por él.

Esto supone un tiempo con futuro. Un futuro distinto del presente. Tuvimos la tentación de pensar el futuro como una prolongación del presente. Teníamos todo controlado, no había espacio para imprevistos. Esto nos daba seguridad en épocas dulces, aunque a costa de tedio y de cansancio. Sin embargo, en épocas turbulentas, como la actual, anhelamos un futuro diferente del triste presente que vivimos. Descubrimos la importancia de la irrupción del futuro. Deseamos que rompa este presente que nos hiere. Para los cristianos el futuro es la irrupción de Dios, el adviento.

La esperanza en tiempos de incertidumbre está tejida con tres hilos fuertes. Uno de ellos es el trabajo (Hesiodo), percibido como co-creación para los cristianos. El segundo hilo es la promesa (Moisés) y la imaginación de otros mundos posibles. Y el tercer hilo es lo que los kukama desean a la persona cuando saludan en la mañana indicando que han velado toda la noche por él para que no le sucediera nada malo: ‘era na kuema’. Kuema se diferencia del kanata en que el primero implica velar toda la noche. Mientras que kanata simplemente indica el amanecer. ‘Era na kuema’ significa que he estado velando toda la noche para que no suceda nada malo y cuando amanezca te deseo un buen día.

Hemos bebido de diversas tradiciones para buscar luces en medio de la noche, con concepciones del tiempo diferentes. Buscamos que los tres hilos tejan una esperanza fuerte. Agradecemos a aquellos que imaginan un mundo diferente y nos permiten soñar, aquellos que trabajan para cambiar este mundo, y a aquellos que velan en medio de la oscuridad para cuidarnos de los peligros y desearnos un nuevo día. Todos ellos son tejedores de esperanza en estos tiempos de incertidumbre. No dejemos que nos roben la esperanza.

P. Manolo Berjón, OSA

P. Miguel Angel Cadenas, OSA

Parroquia Inmaculada-Iquitos