LA GRACIA DE LA PROFESIÓN SOLEMNE

Por: Fr. Julio Pizarro Manuyama

Cuando se experimenta lo asombroso, se viene un sabor especial que va marcando la historia de la vida. Concretamente eso hace Dios con la vocación, llama a tiempo y a destiempo invitándonos a seguirle.

Parece como si fuera ayer la entrada al preseminario de la parroquia “Nuestra Señora de la Salud”, en la ciudad de Iquitos. Miro el tiempo y me hago la interrogante ¿es real? si todo lo que estoy viviendo lo estoy soñando, finalmente uno se propone metas que parecen concretizarse por voluntad propia, no quiero despertar del sueño.

A lo largo de este tiempo dentro de la vida religiosa mi vida se ha tornado diferente, haciendo un resumen de mi historia personal analizo lo positivo y negativo de mi persona, es cierto que Dios actúa en cada persona moldeando corazones, es ahí donde me doy cuenta de la presencia de Dios a través de mi persona, he experimentado su presencia en los momentos de dificultad y crisis vocacional, pero aún así Él nos amó primero, me ama a pesar de mis limitaciones como persona frágil.

La vida religiosa es un don del amor más profundo de Dios que marca un antes y un después de mí historia personal, ante la perplejidad que el mundo nos ofrece, así lo dice el Papa Francisco cuando habla sobre la vida consagrada: “son hombres y mujeres sencillos que han visto el tesoro que vale más que todas las riquezas del mundo”. Por eso dejaron “cosas preciosas, como los bienes, como formar una familia”. Si puedo responder ¿por qué lo hice? Le respondiera con la misma palabra del Papa Francisco a los que le dejan todo por seguirle: “porque se han enamorado de Jesús, han visto todo en Él y se han dejado cautivar por su mirada, han dejado lo demás”.

Mis Votos Solemnes son y serán siempre algo muy especial dentro de mi vida personal, porque el Código de Derecho Canónico habla de la Profesión Solemne Religiosa “que sus miembros abrazan con voto público, para observarlos, los tres consejos evangélicos, se consagran a Dios por el ministerio de la Iglesia y se incorporan al instituto con los derechos y deberes determinados en el derecho”.  Es decir, se consagra definitivamente a los tres consejos evangélicos de Castidad, Pobreza y Obediencia, con los que se busca imitar la vida de Jesucristo.

Sinceramente la gracia de Dios ejercita mi vida diaria porque me hace más fuerte en mis limitaciones como dirá el apóstol San Pablo, “te basta mi gracia; mi fuerza actúa mejor donde hay debilidad” (2Cor 12,9); A pesar de todas las dificultades y limitaciones que puedo tener como criatura de Dios, la gracia actúa donde sopla el Espíritu Santo. San Agustín “atribuye a la gracia con la misma naturaleza humana en la que fuimos creados”, en otras palabras, la gracia es necesaria para que el hombre no perezca a los bienes materiales que el mundo ofrece.

En estos momentos difíciles que atraviesa el mundo debido a la pandemia, siempre habrá una esperanza en medio de la incertidumbre, esperamos que pronto podamos volver a la normalidad para poder cumplir con la misión donde presto mi servicio a Dios, que es la Comunidad de Santa Rita de Castilla-Rio Marañón.

Quiero terminar este artículo agradeciendo primeramente a Dios porque Él es el motor para seguir caminando firme en la vida religiosa, también a mi familia que reza mucho por mi vocación y siempre están pendiente de mí. Así mismo, a todos los sacerdotes, hermanos que siempre me han hecho sentir acogido dentro de la Orden de San Agustín. ¡Dios los bendiga!