«ANDA Y REPARA TU CORAZÓN QUE, COMO VES, ESTÁ EN RUINA A CAUSA DE LA FALTA DE PERDÓN».

La clave es perdonar.

Por: Fr. Rony Díaz Manuyama

Significa pasar del discurso a la acción de perdonar para vivir en la alegría de la libertad de hijos de Dios. Significa que poner la mirada en nuestro corazón en ruinas no es algo opcional, sino algo esencial en nuestra vida. Significa que es un ejercicio humilde pero urgente que debemos realizar porque somos hijos frágiles y así renovar cada día la alianza con Dios de sentirnos amados.

La falta de perdón es un tipo de agresión a uno mismo, porque Dios nos ha creado para amar. Cuando no sabemos perdonar dejamos de celebrar la alegría de la compasión y de la misericordia de Dios en nuestra vida. Tanto es la agresión a nosotros mismos que no dejamos que Jesús nos cargue sobre sus hombros. Él se muestra disponible hacia el pecador para que le alcance la gracia de su misericordia.

Esta actitud de no dejarnos cargar por Jesús debe provocar una reflexión: ¿cómo vivo el perdón? Muchas veces con resistencia y juzgando, con soberbia y creyéndome justo. Y en otras ocasiones la falta de perdón lo vamos arrastrando con el tiempo.

Jesús va en busca de aquella persona (herida por la falta de perdón) hasta que la encuentra para sanarla. Es un modo de obrar de Jesús que interpela y sobretodo que le pone muy alegre, hasta compartir esta alegría con otros  en  una gran fiesta. Para Jesús nadie debe quedar herido por la falta de perdón (Así obra Dios), todos están llamados a experimentarlo. Aun heridos por la falta de perdonar somos muy importantes para Él, por tanto nada ni nadie podrá apartarnos de su voluntad de salvación. Dios no descarta a ninguna persona por su falta de perdón; Dios ama y perdona a todos, busca a todos para llevarnos sobre sus hombros.

La falta de perdón es un tipo de agresión a la relación con los demás. Porque Dios nos ha confiado el don del encuentro, el don de la comunión y el don de la apertura con el prójimo. Para esto tengo apenas una vida y en ella solo tengo una oportunidad de hacer lo que Dios nos enseña vivir: Celebrar el perdón y el amor con el prójimo.

Con el perdón hacia el prójimo somos hombres libres y volvemos a reconducir nuestra vida desde la experiencia del perdón en el Amor de Dios. No se puede restaurar nuestra vida y la de los demás sin volver a la fuente del perdón, que es Dios. Con la falta de perdón al prójimo, la vida sigue empobrecida y el alma enferma. Con la falta de perdón se rompen los hilos de nuestra vida interior y de las relaciones interpersonales con el prójimo.

El Señor, nos va a recordar: Acuérdate de tu falta de perdón pensando en el desenlace de tu vida. Busca reconciliación, paz y armonía con las personas que amas; esto habla del buen espíritu de escucha recíproca, de fortalecer el diálogo y de acoger al diferente para caminar juntos hacia la vida eterna.

Para ti, Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre perdonando para sanar, perdonando para liberar y perdonando para salvar. No te dejes arrastrar por la falta de perdón a ti mismo y a los demás. Porque perdonar es celebrar la Misericordia y el Amor de Dios en la tierra.

Te dejo algunas preguntas para reflexionar:

1. ¿Qué comprendo por perdonar?

2. ¿A quién debo perdonar? ¿Qué cosas debo perdonarme?

3. ¿Qué actitud de resistencia encuentro en mi vida frente al perdón de Dios?

4. ¿Celebro el perdón al prójimo como fiesta?