LA VIDA RELIGIOSA: ENTREGA Y DESPRENDIMIENTO.

Por: Fray Luis Fernández García. OSA

La vida religiosa tiene mucho que ver con la entrega y desprendimiento de uno mismo. El encuentro con el prójimo, es decir con el que sale a tu encuentro (Lc 10, 25-37), nos adentra en la dimensión servicial que Jesús practicó y enseñó. El romper con los lazos que no nos dejan vivir un seguimiento pleno del Evangelio se convierte en algo innato en la manera de vivir.

Entrega y desprendimiento en nuestro tiempo se han convertido en un buen termómetro para analizar la vida religiosa. El actual peligro que sufre, no solo ya en Europa sino en las zonas denominadas de misión, es la acomodación. Ella va unida a vivir una vida poco evangélica y que atenta contra los votos que se profesan.  Los frutos de este “estilo” se traducen en comunidades herméticamente cerradas al exterior y por lo tanto a la realidad, un trabajo pastoral heredado sin miras a un presente desencarnado, lleno de posibilidades y la presencia del individualismo que se refleja en la pérdida de identidad.

Romper con este peligro parte de una profunda reflexión tanto personal como comunitaria. La Exhortación Apostólica “Vita Consacrata” invita a los religiosos a imitar a Jesús en su acogida del Reino de Dios (VC 14). El reino de Dios constituye el núcleo central de su predicación como bien apreciamos en los Santos Evangelios. Está ya presente en medio de la historia (Lc 17, 20-22) y esto significa que Dios es parte de ella y por ende los religiosos son instrumentos de su manifestación. El religioso tiene su razón de ser en la medida que sea fiel al Reino.

Entrega y desprendimiento son dos condicionantes que Jesús practicó a lo largo de su vida. En la última cena, por medio del pan y el vino, mostró una vida de entrega (Mt 26,26-30). En la cruz el auténtico desprendimiento de su condición por el bien de la humanidad (Fil 2,7). Los religiosos son signo escatológico (VC 26). En su vivir y actuar deben reflejar que Dios sigue presente. Hoy necesitamos religiosos que se entreguen y desprendan por el Reino de Dios.  

Concluyo esta pequeña reflexión con la palabra esperanza. El mal desanima y aleja a muchos de la fe. El seguimiento radical de Jesús y su Reino anima y da esperanza a seguir luchando por lo que Dios espera de sus hijos. La vida religiosa tiene esta misión en la iglesia. En su entrega por el Reino y su desprendimiento para llenarse de Dios muestra su verdadera naturaleza.