LOS SAMARITANOS – Realidad de nuestros hermanos que sufren, por agua, luz y saneamiento.

Por: Fr.  Roy Andrés Vásquez Pasmiño, OSA

Es importante que digamos algo sobre los samaritanos. Lo primero que debemos entender es su ubicación geográfica. En el Nuevo Testamento podemos ver que, en los tiempos de Jesús, Palestina estaba dividida en tres regiones: Judea en el sur, Galilea en el Norte y Samaria que ocupaba la zona central en medio de las dos. Estas divisiones reflejaban las grandes diferencias culturales y religiosas que había entre judíos, samaritanos y galileos.

Viendo nuestra realidad amazónica, está dividida en la desigualdad, además de la falta de servicios básicos, muchas comunidades están expuestas a los derrames de petróleo que afectan directamente su provisión del recurso. Como esta comunidad de nuestros hermanos indígenas no es Lima, no se pronuncia ninguna autoridad y, no hay ayuda para ellos.

Tantos, judíos y samaritanos, no se hablan por la enemistad que hay entre ellos. Cabe recalcar que eso mismo pasa en nuestra región, pasa en nuestros caseríos y pasa en el mismo gobierno. Donde nadie se quiere escuchar, ni se quieren ver, pero sí embargo está allí para perjudicar al gobierno entrante y hacerse de la vista gorda de las cosas que pasan en la amazonia.

Jesús da la iniciativa de la conversación, hay una primera rotura de enemistad. Jesús toma la iniciativa y enfrenta la verdad. Así, como Jesús, hay personas que toman la palabra, quiere romper esa enemistad dar paso a una solución, haciendo ver la realidad en que viven y siendo sinceros de la necesidad en la que se encuentran, sobre todo de educación, salud, agua y tener el rio limpio.

El agua tiene un trasfondo, ¿Por qué el agua? Porque el agua es uno de los símbolos del bautismo, también el agua es un signo de solidaridad: a nadie se le puede negar un vaso de agua. Jesús dice: “el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial de agua que saltará hasta la vida eterna”.

No nos cansemos de ser voz de los que sufren la desigualdad, la indiferencia, el rechazo, entre otros, tenemos que mirar y proclamar la verdad, aunque nos cueste la vida.