NUEVO COMIENZO, COMO NOS ENSEÑA LA NATURALEZA.

Por P. Luis Fernández García, OSA

La naturaleza nos enseña cómo todos los días son un nuevo comienzo. El sol se acuesta y vuelve a salir. Las plantas se marchitan y por medio de la semilla renacen. La vida del cristiano tiene la misma dinámica que la obra del creador. Hemos sido llamados a nacer de nuevo (Jn. 3 1-5). Y cada día es un claro ejemplo de cómo pasamos de la oscuridad del pecado a la luz del perdón de Dios.

Dios es Espíritu y su Espíritu habita en la creación (Gn 1,2) y esa esencia da poder para llamarnos hijos de Dios por medio de su Hijo (Jn 1,12). En la escucha y cumplimento de su Palabra se halla la nueva vida. Pero como vemos esta nueva vida es como la naturaleza. Se siente el poder de Dios y a la vez el poder del pecado. La carne es débil pero el Espíritu es animoso. (Mt 26, 41) De ahí que como el sol se oculta y renace, la vida del creyente debe ser igual.

Para Dios no importa las veces que uno caiga, lo que le importa es la veces que uno se levanta y recobra la dignidad a la que ha sido llamado (Gn 1,27). Mientras andemos en este mundo viviremos con esa esperanza de asemejarnos a Nuestro Señor Jesús (RM 8,29) pero mientras tanto mantendremos esta batalla interior. Y uno se puede preguntar ¿Entonces se nacen muchas veces? Y debemos matizar, sólo se nace una vez y hay que mirarlo desde la perspectiva del Reino de Dios o lo que podemos decir de la vida eterna que lo reflejamos en el Sacramento del Bautismo. Desde nuestra existencia limitada podemos participar ya de cierto grado de lo que nos espera en el más allá como es el amor y los valores que derivan de él (Mt 25, 25). De ahí que cada día pueda ser una nueva oportunidad para insertarnos en las enseñanzas del Reino que nos enseñó Jesús.

Una nueva oportunidad para levantarse. Los ojos de Dios no son como los de un juez sin misericordia sino al contrario, desea que todos se salven y esa salvación significa que vamos a tener la felicidad plena en nuestra resurrección, pero podemos participar ya de esa felicidad aquí en la tierra (Lc 6,36) y ello se siente y se vive desde la experiencia de sentirse amado, perdonado, y actuando por medio de buenas obras que se reflejan en el actuar de cada día. Esto es un nuevo comienzo cuando lo practicamos. Fijémonos en la naturaleza.