INICIO DEL MES DE MAYO

Hoy es el día 01 de mayo, primer día de este mes tan bonito que en la tradición de la Iglesia dedicamos con amor a nuestra Madre la Virgen María. En estos momentos tan delicados donde hay tantas noticias de enfermos, de personas que van perdiendo la vida por culpa de esta enfermedad, es cuándo más tenemos que mirar hacia lo alto y redescubrir el sentido de nuestras vidas y nuestra realidad de humanos.
El año pasado en diciembre, en la celebración de la Virgen de Guadalupe, descubrí el gran paralelismo de esta fiesta tan importante en América Latina con la fiesta de la Virgen del Pilar, advocación muy querida en mi tierra de Zaragoza. Las dos son apariciones de la Virgen. El Pilar, al comienzo del cristianismo cuando Santiago cansado de la dureza de corazón de los habitantes que vivían junto al Río Ebro. Allí apareció en carne mortal y, por primera vez, la Virgen para consolar, animar y fortalecer la fe del Apóstol Santiago y prometerle que donde estaba ella, sobre ese pilar, se construiría un templo dedicado a su memoria que el hombre no podría destruir. En el cerro de Tepeyac, también la Virgen María se aparece al comienzo de la evangelización para animar al indio Juan Diego con rostro de Virgen morenita. En ese rostro tan bello con rasgos indígenas, la Virgen con amor de madre, quiere estar cerca de los más pequeños, de los más amados por Dios. Y se aparece para dar esperanza. “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”
En estas dos apariciones vemos cómo la Virgen María nunca abandona a sus hijos cuando la necesitan. Igual hizo con su Hijo Jesús. Pocas veces aparece en los evangelios la Virgen María, pero siempre en los momentos más importantes de la vida de su Hijo. También en este mes de mayo podemos y debemos mirar hacia ella. Ella como buena Madre nunca nos abandona, siempre nos acoge bajo su manto protector y siempre nos lleva a su Hijo Jesús.
Por eso, este año el Papa Francisco nos ha pedido que recemos el Santo Rosario. La oración sencilla, del pueblo creyente, que mira con amor y con esperanza a María, nuestra Madre para que nos lleve a Jesús, para que eleve nuestras oraciones al corazón de su Hijo y de Dios Padre. Confiémonos siempre en María, la Virgen. Ella nunca nos abandonará, siempre nos protegerá. En este mes de mayo, unámonos como familia, o solos, y recemos el Rosario, creamos en que la oración a Dios, por mediación de la Virgen María nunca queda sin ser escuchar. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios para que nos des tu amor y tu esperanza.
Ntra. Sra. del Pilar, Ntra. Sra. de Guadalupe ruega por nosotros.

P. CAROLUS ASENSIO