EL AGUA Y LA MUERTE.

El agua es imprescindible para que exista la vida humana. El pueblo Kukama saca de ella su alimento, sus antepasadados habitan en ella. Si está amenazada entones la comunidad también lo está. Durante estos últimos años el río Marañón tiene un nuevo componente dentro de su interior: El petróleo. Los diferentes derrames han cambiado la biodiversidad y a la vez la forma de vida de las comunidades. Los moradores que habitan tienen dos formas de conseguirla: De la lluvia y del río. Tanto de la lluvia como del río se trata con cloro, hirviéndola y en algunas comunidades la digieren directamente. También hay que decir que pocas comunidades tienen un sistema donde un químico cada cierto tiempo trata el agua del río por medio de una potabilizadora, pero esto se encuentra en muy pocas comunidades como son el caso de Leoncio Prado y Nuevo Lima.
Este es el panorama que nos encontramos los que vivimos en el Río Marañón:

  • Consumo de agua contaminada.
  • Agua no tratada en muchas comunidades para su consumo.
  • El agua se recoge principalmente del río, pues no siempre llueve y hay temporadas largas.
    Además de esto nos encontramos también que no hay un saneamiento como debería ser de las aguas fecales. Esto se une al agua estancada y empozada donde los moradores conviven con ella.
    Es preocupante. Nos llegan reportes de los medios de comunicación. (Vea https://www.lavanguardia.com/vida/20200220/473668091793/coronavirus-transmision-fecal-contagio-heces.html) donde una de las causas de la propagación del Covid-19 es la falta de saneamiento y el tratamiento del agua. Surgen preguntas ¿Cómo afecta el agua del río contaminada a la hora de limpiar los alimentos? La propagación de la enfermedad del coronavirus ¿una de las causas será el agua no tratada? ¿Qué medidas se pueden tomar o deben tomar las autoridades? Son algunas preguntas, pero no son nuevas. Esta nueva enfermedad nos va atraer otra vez a primera plana las deficiencias que se sufre en la ribera y ya desde años vienen denunciando la iglesia, organizaciones indígenas, ongs y gente de buena voluntad. Digo de buena voluntad pues hay muchas personas que sin pertenecer a ninguna institución u organización ponen su granito de arena. Si es verdad que esta enfermedad nos va a decir algo que ya conocemos, es una oportunidad para volver a reafirmar las deficiencias y empezar a poner soluciones reales, exigir al estado y gobierno regional cuya preocupación por estas tierras muchas veces ha sido desde las campañas políticas, que cumplan su trabajo y sobretodo a dar la dignidad que como seres humanos todo el mundo se merece.
    El río tiene mucha agua dulce, que contradicción que esa agua sea la portadora de muerte si no ponemos en la mesa las verdaderas necesidades.

FR. LUIS FERNÁNDEZ GARCÍA