LA “HUANGANEADA” EN UN PUEBLO

Por: Fray Tomás Villalobos González (O.S.A)

En el mes de abril del año 2002 cuando estaba empezando a inundarse el pueblo de Nuevayork en el río Tigre a 6 horas de la boca, todos los moradores comenzaban a cultivar su chacra para que la posterior creciente lo alague en libre según refiere un joven estudiante (A.V.B) del pueblo que estaba preparando su viaje a Intuto para estudiar secundaria.

La parte de atrás del pueblo Nuevayork ya era toda agua. El muchacho con su padre y hermanos se fueron a las 6 a.m. a la chacra que no estaba muy lejos del pueblo, más bien al final de la población, que es una larga fila de casas a la orilla del río. Llevaban como media hora cultivando y vienen a avisarles que la huangana vino nadando del centro y estaba “atrasito” del pueblo, dejaron todo lo que estaban haciendo para volver a casa. Uno de la familia lo hizo corriendo para agarrar pronto la retrocarga en su casa, cuando ya su madre la había prestado a otra persona. Hubo que esperar. Mientras la gente estaba buscando cartuchos y escopetas para cazar a los animales y protegerse de la hambruna en esos tiempos que se venían de inundación y penurias. Algunos iban con fierros “puntalla” y otros artilugios contundentes.

Tanto perseguir a los animales, comenzaron a salir en medio del campo abierto en el poblado, al ver a las personas gritar y correr en el frenesí de la cacería y del miedo, las huanganas entraron nuevamente al monte que estaba inundado. Los animales no podían escapar porque estaban bajo las aguas. Los cazadores improvisados mataban a los animales, pero también fallaban, “escapaban”. Un señor con 15 cartuchos solo acertó a 5. La situación no era fácil por el alboroto creado por la persecución de unos y el intento de huida de otros. La gente disparaba en todas las direcciones a consecuencia de las variantes continuas de ubicación de cazadores y cazados. Esta escena es muy peligrosa y por ello en ocasiones similares se han reportado tragedias por tiros cruzados.

En el pueblo de Nuevayork buscaban cartuchos en las bodegas, pero terminaron por acabarse y se lamentaban al no ser más prevenidos y oír a las huanganas que sonaban atrás del pueblo.

A eso de las 03 de la tarde vino un fuerte viento y comenzó a llover con rayos y relámpagos y la tarde se hizo toda una obscuridad. Las huanganas quedaron libres de la persecución. Muchas personas vieron los fenómenos atmosféricos y creyeron que era su madre de la huangana por que se había obscurecido de un momento a otro.

Ese día mataron 110 huanganas entre los que llevaron escopeta y los que lo hicieran con fierros y lanzas. Todo fue posible porque los animales cansados de correr para uno y otro lado casi todo el día y no había otro lugar donde escaparse. Ese día se escucharon tiros desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde. La gente no estaba contenta de que los animales estuvieran atrás del pueblo.

A las 6 de la tarde llegó un botecito “regatón” y terminaron comprando todos los cartuchos que llevaba.

Amaneció el día segundo y comenzaron de nuevo a buscar las huanganas con el ánimo de conseguir más presas y acabarlas si fuese posible. Pero se llevaron una gran desilusión porque ya no se encontraban en el lugar anterior, se habían escapado a otra parte. La gente volvió sin nada y de mala gana porque no encontraron su rastro.

A lo largo de los años hemos oído relatos de encuentro con manadas de huanganas y en varias ocasiones las hemos presenciado en vivo en playas e incluso en pueblos cuanto intentaban cruzar el río y la corriente las arrastro hasta lugares poblados. Las huanganas “pecari” tipo cerdos salvajes, son animales gregarios que andan en grupos entre 50 y 500 individuos y por ello son peligrosos, si no se toman las debidas precauciones. He conocido casos de personas que fueron destrozados cuando perseguían a un gran grupo y no se percataron que por su tras había alguno rezagado que les dejo el intestino al descubierto y otras partes del cuerpo con muchas magulladuras por las mordidas.