TIEMPO DE CUIDARNOS, AISLARNOS Y CONCIENTIZARNOS.

Los días van pasando. Las comunidades ribereñas se reorganizan y cierran sus entradas a cualquier persona ajena. La sanidad refuerza su personal. El estado va cumpliendo con la ayuda prometida a los municipios. Las noticias de la ciudad que llegan no son nada halagüeñas. Y la vida sigue su curso. Y con este ir y devenir de los acontecimientos comenzamos esta pequeña reflexión.
En todo el distrito de Parinari a medida que escribo estas palabras no ha habido ningún caso de persona que muestre síntomas ni tampoco ningún contagiado de la enfermedad que haya llegado a la posta de Santa Rita de Castilla. Esta información que he podido constatar con el doctor de la posta me da pie a una preocupación que me viene rondando por la cabeza durante estos días. La costumbre de la mayoría de los moradores de las comunidades es que si encuentran un síntoma de malestar antes de consultar con la “sanidad pública” se medican con sus conocimientos ancestrales y si la enfermedad no pasa van al brujo y si siguen en la misma situación optan ya por el último recurso, acercarse el centro de salud. El virus denominado “Covid-19”no hace distinción con las costumbres ni con la cultura de cada parte del planeta. La capacidad que tiene de pasar de una persona a otra nos pone en la situación de la gravedad de la que estamos tratando. A esto también tenemos que añadir algo que no solo sufre el Perú sino muchos países que tienen esta pandemia: La falta de pruebas. Si en la ciudad son insuficientes en las zonas rurales el problema va a ser mayor.
Y entonces, ¿Qué se puede hacer en la ribera? El mejor medio que tienen los pueblos originarios es la prevención por medio del aislamiento social y que ya practicaban sus antepasados ante pandemias de siglos anteriores. Pero esta prevención de aislamiento tiene que ir unida a la concienciación y ella acompañada de una información veraz y desideologizada. El saber la verdad de lo que esta sucediendo y el conocer la gravedad de esta enfermedad es una responsabilidad que debe comenzar desde el gobierno. Unido a este deber también el estado debe implementar medidas de protección para sus territorios que cuenten con la participación de los Apus de cada comunidad, y por último crear un circuito sanitario que haga un seguimiento cercano a cada comunidad con las correspondientes pruebas de verificación de los moradores para detectar los posibles contagios y poner las medidas pertinentes para el cuidado de los enfermos y la salvaguarda de los sanos.
Desde la iglesia y más concretamente en la iglesia local, las parroquias tienen que trabajar conjuntamente con las autoridades locales y sanitarias. Los religiosos, sacerdotes junto con los animadores cristianos y los catequistas deben participar en la misión profética innata en el seno de la comunidad cristiana: Anunciar la esperanza que se fundamenta en la cercanía de Dios y proteger, denunciar lo que amenace a las comunidades, venga de donde venga.
No es fácil, pero es la manera de momento más factible de dar respuesta a esta situación que nos esta tocando vivir a todos los que estamos por estos lugares recónditos de la casa común.

P. LUIS FERNÁNDEZ GARCÍA, OSA